¿QUE ES INVESTIGAR?
Xavier Zubiri
[De Ya, 19 de octubre de 1982]
La entrega del premio Ramón y
Caja1 a dos grandes investigadores españoles pone de actualidad el sentido
profundo de la investigación, tema que fue abordado ayer magistralmente por
Xavier Zubiri en su discurso y que engloba—desde una perspectiva profunda—no
sólo su propia actividad y la de Severo Ochoa, sino la de todos los
investigadores. Por ese motivo reproducimos a continuación, íntegro, el
discurso de Zubiri.
Estamos reunidos con motivo del
premio Santiago Ramón y Cajal a la Investigación, cuya significación ha sido ya
glosada aquí. Es un premio que nos lo concede, por mediación vuestra, la
sociedad española. Y no encuentro mejor manera de expresar mi gratitud a esta
concesión que comentar en dos palabras qué es esta "investigación"
que tan generosamente premiáis.
¿Qué es lo que se investiga?
Evidentemente investigamos la verdad, pero no una verdad de nuestras
afirmaciones, sino la verdad de la realidad misma. Es la verdad por la que
llamamos a lo real, realidad verdadera. Es una verdad de muchos órdenes:
físico, matemático, biológico, astronómico, mental, social, histórico,
filosófico, etcétera.
Pero, ¿cómo se investiga esta
realidad verdadera? La investigación de la realidad verdadera no consiste en
una mera ocupación con ella. Ciertamente es una ocupación, pero no es mera
ocupación. Es mucho más: es una dedicación. Investigar es dedicarse a la
realidad verdadera. Dedicar significa mostrar algo, deik, con una fuerza
especial de. Y tratándose de la dedicación intelectual, esta fuerza consiste en
configurar o conformar nuestra mente según la mostración de la realidad, y
ofrecer lo que así se nos muestra a la consideración de los demás. Dedicación
es hacer que la realidad verdadera configure nuestras mentes. Vivir
intelectivamente, según esta configuración, es aquello en que consiste lo que
se llama profesión. El investigador profesa la realidad verdadera.
Esta profesión es algo peculiar.
El que no hace sino ocuparse de estas realidades, no investiga: posee la
realidad verdadera o trozos diversos de ella. Pero el que se dedica a la
realidad verdadera tiene una cualidad en cierto modo opuesta: no posee
verdades, sino que, por el contrario, está poseído por ellas. En la
investigación vamos de la mano de la realidad verdadera, estamos arrastrados
por ella, y este arrastre es justo el movimiento de la investigación.
Esta condición de arrastre impone
a la investigación misma unos caracteres propios: son caracteres de la realidad
que nos arrastra.
Ante todo, todo lo real es lo que
es sólo respectivamente a otras realidades. Nada es real si no es respecto a
otras realidades. Lo cual significa que toda cosa real es desde sí misma
constitutivamente abierta. Sólo entendida desde otras cosas que habrá que
buscar, habremos entendido lo que es la cosa que queremos comprender. Lo que
así entendemos es lo que la cosa es en la realidad. El arrastre con que nos
arrastra la realidad hace, pues, de su intelección un movimiento de búsqueda. Y
como esto mismo sucede con aquellas otras cosas desde las que entendemos lo que
queremos entender, resulta que al estar arrastrados por la realidad nos
encontramos envueltos en un movimiento inacabable no sólo porque el hombre no
puede agotar la riqueza de la realidad, sino que es inacabable radicalmente, a
saber, porque la realidad en cuanto tal es desde sí misma constitutivamente
abierta. Es, a mi modo de ver, el fundamento de la célebre frase de San
Agustín: "Busquemos como buscan los que aún no han encontrado, y
encontremos como encuentran los que aún han de buscar". Investigar lo que
algo es en la realidad es faena inacabable, porque lo real mismo nunca está
acabado. La realidad es abierta y múltiple.
Pero además de abierta, la
realidad es múltiple. Y lo es por lo menos en dos aspectos.
En primer lugar, porque hay
muchas cosas reales, cada una con sus caracteres propios. Investigar las notas
o caracteres propios de cada orden de cosas reales es justo lo que constituye
la investigación científica, lo que constituye las distintas ciencias. Ciencia
es investigación de lo que las cosas son en la realidad.
Pero, en segundo lugar, lo real
es múltiple, no sólo porque las cosas tienen muchas propiedades distintas, sino
también por una razón a mi modo de ver más honda: porque lo que es abierto es
su propio carácter de realidad.
Y esto arrastra a la investigación
no de las propiedades de lo real, sino a la investigación del carácter mismo de
la realidad. Esta investigación es un saber de tipo distinto: es justo lo que
pienso que es la filosofía. Es la investigación de en qué consiste ser real.
Mientras las ciencias investigan
cómo son y cómo acontecen las cosas reales, la filosofía investiga qué es ser
real. Ciencia y filosofía, aunque distintas, no son independientes. Es menester
no olvidarlo. Toda filosofía necesita de las ciencias; toda ciencia necesita una
filosofía. Son dos momentos unitarios de la investigación. Pero como momentos
no son idénticos.
Esta cuestión de qué es ser real
es, ante todo, una auténtica cuestión por sí misma. Porque las cosas no son tan
sólo el riquísimo elenco de sus propiedades y de sus leyes, sino que cada cosa
real y cada propiedad suya es un modo de ser real , es un modo de realidad, Las
cosas no difieren tan sólo en sus propiedades, sino que pueden diferir en su
propio modo de ser reales. La diferencia, por ejemplo, entre una cosa y una
persona es radicalmente una diferencia de modo de realidad. Persona es un modo
propio de ser real. Es necesario conceptuar, pues, lo que es ser persona, es
decir, hay que investigar que es ser real. Porque hay modos de realidad
distintos del de cosa y persona. Cada cosa nos impone una manera de estar.
Pero, además, este concepto y
esta diferencia de modos de realidad es cuestión grave. Así, las personas
estamos ciertamente viviendo "con" cosas. Pero sea cualquiera la
variedad y riqueza de estas cosas, aquello "en" lo que estamos
situados con ellas es en "la" realidad. Cada cosa con que estamos nos
impone una manera de estar en la realidad. Y esto es lo decisivo. Del concepto
que tengamos de lo que es realidad y de sus modos, pende nuestra manera de ser
persona, nuestra manera de estar entre las cosas y entre las demás personas,
pende nuestra organización social y su historia. De ahí la gravedad de la
investigación de lo que es ser real. Es una investigación impuesta por las
cosas mismas. Lo que en las cosas reales se nos impone así, es justo su
realidad. Esta fuerza de imposición es el poder de lo real: es la realidad
misma como tal, y no sólo sus propiedades, lo que nos arrastra y domina. Por
esto, el poder de lo real constituye la unidad intrínseca de la realidad y de
la inteligencia: es justo la marcha misma de la filosofía.
Hegel pudo escribir: "Tan
asombroso como un pueblo para el que se hubieran hecho inservibles su derecho
político, sus convicciones, sus hábitos morales y sus virtudes, seria el
espectáculo de un pueblo que hubiera perdido su metafísica".
Finalmente, investigar qué es ser
real, es una tarea muy difícil. Por esto decía Platón a un joven amigo
principiante en filosofía: "Es hermoso y divino el ímpetu ardiente que te
lanza a las razones de las cosas; pero ejercítate y adiéstrate mientras eres
joven en estos esfuerzos filosóficos, que en apariencia para nada sirven y que
el vulgo llama palabrería inútil; de lo contrario, la verdad se te escapará de
entre las manos". Platón se dedicó a este esfuerzo durante toda su larga
vida. Algunas veces se sentía desanimado. En cierta ocasión escribió: apeireka
ta onta skopon, "quedé desfallecido escrudiñando la realidad". Una de
las personas que mejor comprende esta distinción y unidad de ciencia y
filosofía es mi admirado y querido amigo Severo Ochoa. Por esto, y por nuestra
vieja amistad, su compañía en esta ocasión es para mí un momento esencial de
este premio.
Al referimos a la investigación,
vosotros habéis pensado también en la filosofía. Es la primera vez que esto
ocurre. Y yo, y conmigo todos los denodados cultivadores de la filosofía, nos
sentimos con ello muy legítimamente honrados y satisfechos. Gracias en nuestro
nombre.