VIRTUDES Y VICIOS
Extracto
de una tesis guiada por la profesora Lilian Arellano
Clases de virtudes:
1.-
Teologales: de procedencia divina; su objetivo es el mismo Dios,
por tanto, no dependen del hombre; solo las descubre en sí y puede cultivarlas.
Son la Fe, Esperanza, Caridad.
2.- Naturales o
Cardinales: son virtudes adquiridas, el hombre puede realizarlas y
convertirse en virtuoso; son el
contenido de la educación. Las virtudes Cardinales son:
Justicia, prudencia, Fortaleza, Templanza.
La
virtud de la Prudencia: es saber existir, saber elegir el real
bien; saber discernir lo que es bien de lo que es mal. Ser prudente significa:
1.- Saber pedir y dar
consejo: saber a quién, sobre qué; requiere a una autoridad en el tema y
considerar las circunstancias, esto es, cómo, dónde y cuándo pedirlo o darlo.
2.- Saber juzgar: saber reflexionar. Lo más elevado del alma es la inteligencia y
lo ínfimo es la operación ejercida por medio del cuerpo. Entre ambos tenemos
los siguientes grados: la memoria del pasado, la inteligencia de lo presente,
la sagacidad, la consideración del
futuro, la hábil comparación de las alternativas, la docilidad en asentir en
los avisos de los más ancianos. 3.- Ser considerado.
La Consideración es indagar y valorar las circunstancias que influyen en una
situación.
Los
vicios derivados de la imprudencia:
1.- Carecer de docilidad,
memoria y atención, implica el vicio de
la precipitación. Ej.: El alumno comete una falta, el profesor le llama la
atención y el alumno responde con un insulto.
2.- Carecer de cautela y
circunspección, implica el vicio de la
inconsideración, ej. Actuar descuidadamente
3.- Carecer de inteligencia
y de seguridad, implica el vicio de la
inconstancia. Ej. Proponerse algo y no cumplirlo sin razones
4.- Imprudencia corporal: el que se propone como fin de su vida los
bienes carnales, ej. comer desenfrenadamente chocolate
5.- La astucia: es el uso de vías fingidas y aparentes para conseguir
un fin bueno o malo. El uso ya sea del engaño o fraude.
6.- La solicitud ilícita de las cosas temporales. Ej. Soplar en una
prueba, pedir a los padres lo que no pueden dar.
La
virtud de la Fortaleza: es disposición y fuerza para abrazar
los sufrimientos y aun la muerte, cuando
así lo exige una causa justa, el reino de Dios o la propia bienaventuranza. En
otras palabras, consiste en soportar firmemente algo difícil.
Sus actos propios son el acometer (consiste en erradicar los
obstáculos, crear nuevos caminos) y el
resistir (es vencer la tentación, aunque signifique un esfuerzo muy
importante, dominar el impulso o dolor, sabiendo que el resultado le va a
perfeccionar).
Las
virtudes anexas a la Fortaleza son:
1.-
La magnanimidad (es quien tiende a cosas dignas en una gran
honor; se define como grandeza del alma);
2.- La magnificencia (consiste en tender a
la realización de una obra grande, lo que requiere gastos proporcionados);
3.-
La paciencia (es la tolerancia voluntaria y continua de
cosas arduas y difíciles por un bien honesto y útil; la paciencia como virtud
soporta con calma la angustia mental o física, no por orgullo o ambición
mundana, sino por amor a Dios, nuestro Supremo modelo en la práctica de esta
virtud);
4.-
La Perseverancia (es soportar la dificultad que implica la
duración de la obra virtuosa).
Los
vicios de la fortaleza son:
1.-
La timidez (es un temor exagerado, que por lo mismo se convierte en
vicio. Es justo temer al peligro y es deber arriesgarse cuando un bien superior
lo requiere, esto no será sino valentía; pero el tímido es aquel que huye o no
enfrenta una situación, dejando de lado un bien superior por uno menor, e
incluso actuando mal, por un temor sin sentido. Quien refleja timidez, presenta
además:
2.-
Desesperación (pérdida
total de la esperanza, al no ver solución a los problemas que enfrenta)
y
3.- Debilidad (el hombre que es débil
se deja llevar en primer lugar por las pasiones, dejando de lado lo que
la razón ordena, perdiendo la capacidad de inteligir por su falta de vigor,
muchas veces huyendo de las dificultades que se presentan; huye de todo aquello
que le provoca sufrimiento)
4.- Impavidez: denota ausencia de
temor. Donde debería tenerse, por tratarse de arriesgar bienes que debemos
amar. Es necesario en cada hombre el amor a su propia vida y a las cosas que a
ella se ordenan; solo que ello debe ser de un
modo debido, es decir, no amándolo como fin sino en cuanto debemos
valernos de ellas para llegar al último fin.
5.-
Audacia: es una pasión, la cual es a veces moderada por la
razón, otras veces no se somete a ella, por defecto de temor, así se convierte
en un vicio.
6.-
Presunción: es presuntuoso el que intenta lo que va más
allá de sus facultades .ej., quien viste en forma lujosa, sin contar con el
dinero suficiente, y no comparte con los que lo rodean por pensar que estos no
están a la misma altura, a su ritmo de vida.
7.-
Ambición: es apetito desordenado y exagerado de las cosas,
deseando más de lo que obtiene y jamás estando conforme con lo recibido.
8.-
Vanagloria: apetito de la gloria vana. El deseo de la gloria en sí
mismo no es pecado, sino el deseo de una gloria vana.
9.-
Pusilanimidad: falta o encogimiento de ánimo en las
adversidades, rehúsa emprender lo que excede las fuerzas.
10.-
Flojedad: es la persona que cede ante la más pequeña presión, no
terminando lo que se había propuesto.
La
virtud de la Templanza: regula y modera los apetitos
posibilitando la existencia armónica, la paz o equilibro espiritual necesarios
para existir. Su objeto propio son las pasiones del apetito concupiscible, es
decir, aquellas que se padecen por el deseo de lo ausente o el placer de lo
poseído.
Es la virtud reguladora de los impulsos que
espontáneamente emergen de la dimensión corpórea del hombre: impulso a comer,
beber, jugar, reproducir, .etc. Es la virtud que pone orden y moderación en el
mismo desear los objetos deleitables,
para no sobrepasarnos en su apetencia.
Desde el punto de vista
pasional, dos aspectos deciden la vida humana, el concupiscible y el irascible.
Ambos se dirigen hacia lo que aparece como un bien, aunque bajo diversos
aspectos. el concupiscible ve el aparente bien como algo deleitable, en una
consideración absoluta de bien; al mal
lo ve en cambio como algo fácil de superar. El irascible ve al bien como
difícil de alcanzar, y al mal lo ve como difícil de superar. La templanza debe
dominar los deseos y placeres más fuertes, los más cautivadores, los que más destruyen
la naturaleza; y los más poderosos son los causados por los apetitos del tacto,
referidos a las operaciones más biológicas: comer, beber y la de la mera
relación biológica entre hombre y mujer.
Las
virtudes derivadas de la templanza: señalemos primero que la vergüenza (temor al deshonor,
procedente de un acto torpe o acto malo, es una imperfección, por tanto no es
una virtud) y la honestidad
(disposición de ánimo que requiere el hombre para obrar con rectitud, en este
caso, con templanza, son condicionantes
de la templanza. Son derivadas:
1.-
La abstinencia (fuerza reguladora del apetito del comer y
del beber);
2.-
La sobriedad (modera el consumo de bebidas que producen
desordenes y daño al organismo;
3.-
La castidad; virginidad (materialmente considerada apunta a la integridad de la carne. Es misión de la
razón y la voluntad mantenerse firmes para no caer en el dominio de las
pasiones carnales. Perder la virginidad material no implica necesariamente
romper la virginidad del alma, para que ocurra esto, debe ser un acto
voluntario. Sin embargo, si ocurriese involuntariamente (razones médicas o de
otra índole), tampoco quedaría corrompida la virtud moral;
4.-
La continencia (resistencia de la razón hacia los
movimientos vehementes de la concupiscencia, es un freno para que las pasiones
no se desaten);
5.-
La humildad; mansedumbre; clemencia (se ocupa de resistir a los
efectos depravados del apetito sensible);
6.-
La modestia; parquedad y suficiencia;
7.-
La moderación; simplicidad.
Prudencia
fortaleza y templanza ordenan al hombre al bien particularmente considerado, es
decir, al Bien propio de una personalidad. Así coopera con el Bien Común.
La
virtud de la Justicia: es dar a cada uno lo que merece o
corresponde. Es la virtud de la
convivencia. Se origina en el haber interno de la persona expresándola luego en
sus acciones. Ordena al hombre al Bien Común: bien de todo prójimo, por tanto,
propio, porque todos somos personas. El
Bien Común asume el bien singular de una persona, por tanto es superior, no se
oponen.
Vicios
contra la virtud de la Justicia
-
Vicio es
una disposición potencial al mal. Es un hábito que permanece en la persona. Es
aquello que está en nosotros pero que quizás nunca llegue a realizarse en un
mal acto, es decir, no llegue al pecado; ni siquiera se deje sentir como
inclinación al mal. El mal es la ausencia de realización del bien, de lo que
realmente es.
-
Malicia: es
la inclinación de la misma, la tendencia al mal, es el propósito que luego me
lleva al acto malo, Ej. tengo el vicio de la ira y ello me hace sentir deseos
de ofender, pegar y maltratar en general a todos, ante cualquier obstáculo que
se me presente.
-
Pecado
o acto vicioso es un “hecho, dicho o deseo contra la ley
eterna”, Ej. el acto mismo de maltrato al alumno porque no acata una orden.
El
hombre actúa mal, no porque la voluntad tiende al aparente bien, sino porque el
entendimiento le mostró –engañándole- ese bien como tal. Ej. el que roba, lo
hace porque su voluntad le hace egoístamente quitar lo ajeno; pero más el que
roba piensa que ello es para él un bien. Es decir, las causas intrínsecas del
pecado son las potencias constitucionales del hombre mal dirigidas: hacia el
aparente bien y verdad.
Profundizando en las causas intrínsecas
del pecado, tenemos:
1.- La ignorancia, es causa del efecto
pecaminoso, en cuanto es privación de la verdad, la cual
es nuestro deber poseer, pues es la verdad la que impide el acto malo al ser
directriz de los actos humanos. Quién descuida el poseer o hacer algo, que
tiene obligación de poseer o hacer, peca
por ignorancia responsable, esto es, por negligencia. Distinta es la ignorancia
irresponsable que consiste en desconocer cosas que no están a nuestro alcance.
Por ser ésta involuntaria, por no estar en nuestro poder superarla, o por no
ser nuestro deber el hacerlo, no constituye pecado.
2.- La pasión o flaqueza es causa del
acto pecaminoso, por cuanto las pasiones son enfermedades.
Las enfermedades son flaquezas. En consecuencia, el pecado de pasión, lo
enferma cuando sus partes están en desorden, impidiéndole la práctica armoniosa
de sus operaciones, es decir, cuando no se someten al orden real que la
inteligencia y la voluntad –virtudes rectoras de la fuerza del alma- deberían
descubrir y anhelar. Ej. el hombre que, por ir tras los deseos libidinosos, se
olvida de amar.
3.- La malicia como causa intrínseca del
pecado. Consiste en la consciente preferencia por el mal, guiado
únicamente por el goce temporal que este mal provocará. Así, la malicia es tal
cuando deliberadamente el hombre se propone el mal; es el mal elegido por ser
tal, por intención deliberada. Tenemos así el de soberbia y avaricia.