El concepto de competencia en el EEES (Espacio Europeo de Educación
Superior)
Se entiende como una combinación dinámica de atributos, en relación a
conocimientos, habilidades, actitudes y responsabilidades, que describen los
resultados de los aprendizajes de un programa educativo o lo que los
estudiantes son capaces de demostrar al final del proceso educativo (Proyecto
Tunning).
El desarrollo de una competencia es un proceso continuo y debe tener en
cuenta el alcance de conocimientos, habilidades, actitudes y responsabilidades.
Las competencias que se definen tienen que ser evaluables, y por ello,
la forma en la que se formulen estas competencias debe permitir la
identificación de resultados de aprendizaje que puedan ser observables y
mensurables.
Competencias específicas
Son los comportamientos observables que se relacionan directamente con
la utilización de conceptos, teorías o habilidades propias de la titulación.
A modo de ejemplo, podéis recorrer a los verbos siguientes para
formularlas:
Si la competencia se relaciona con un objetivo de memorización: definir,
señalar, describir, nombrar, identificar, indicar, mentar, mencionar.
Si la competencia se relaciona con un objetivo de comprensión:
reconocer, relacionar, expresar, discutir, resumir, traducir.
Si la competencia se relaciona con un objetivo de aplicación: calcular,
aplicar, utilizar, solucionar, practicar, demostrar.
Si la competencia se relaciona con un objetivo de análisis: diferenciar,
relacionar, discriminar, inferir, distinguir, analizar.
Si la competencia se relaciona con un objetivo de síntesis: diseñar,
elaborar, reconstruir, esquematizar, documentar, organizar.
Si la competencia se relaciona con un objetivo de evaluación: juzgar,
evaluar, revisar, justificar, seleccionar, validar.
Competencias transversales
Están relacionadas con la formación de un estudiante universitario que
se reconocerá en el mundo laboral cuando se deba enfrontar a una situación como
profesional o investigador.
Las competencias transversales pueden ser de tres tipos:
a) Instrumentales: herramientas para el aprendizaje y la formación:
Técnicas aprendizaje autónomo
Análisis y síntesis
Organización y planificación
Resolución de problemas
Toma de decisiones
Habilidades formativas básicas
Comunicación oral y escrita
Conocimientos de lenguas extranjeras
b) Interpersonales: capacidades que permiten mantener una buena relación
social:
Trabajo en equipo de carácter interdisciplinario
Razonamiento crítico
Compromiso ético
Reconocimiento de la diversidad y multiculturalidad
Negociación
Automotivación
c) Sistémicas: relacionadas con la gestión de la totalidad de la
actuación (visión de conjunto):
Adaptación a nuevas situaciones
Creatividad
Liderazgo
Iniciativa y espíritu emprendedor
Preocupación por la calidad
Sensibilidad frente temas medioambientales
Gestión de proyectos
Gestión por objetivos
Competencias generales de la UAB
La UAB considera que cuando un estudiante se gradúe en esta universidad
será capaz de:
Desarrollar un pensamiento y un razonamiento críticos y saber
comunicarlos de manera efectiva, tanto en las lenguas propias como en una
tercera lengua.
Desarrollar estrategias de aprendizaje autónomo.
Respectar la diversidad y pluralidad de ideas, de personas y de
situaciones.
Generar propuestas innovadoras y competitivas en la investigación y en
la actividad profesional.
Actividades formativas
Uno de los aspectos clave del EEES es la innovación en los sistemas de
enseñanza-aprendizaje. La formación en competencias y la valoración en ECTS
(Sistema de Transferencia de Créditos Europeo) suponen la introducción de
nuevas metodologías docentes, ya que los estudios se centran en los resultados
del aprendizaje y en las competencias que debe alcanzar un estudiante como
futuro profesional.
La organización de la docencia universitaria debe permitir, pues,
articular de manera ordenada, coherente y equilibrada el conjunto de estas
actividades formativas. Y para ello se debe, primeramente, identificar y
tipificar estas actividades y distribuir el peso de cada una de ellas dentro
del conjunto.
Tomando como referencia el grado de autonomía del estudiante en la
realización de cada una de las actividades en las que se verá implicado durante
sus estudios universitarios, podríamos distinguir cuatro grandes bloques de
actividades formativas:
Dirigidas
Supervisadas
Autónomas
De
evaluación
Actividades dirigidas: actividades de enseñanza-aprendizaje presenciales
en el aula, lideradas por el profesor y que se desarrollan en grupo. Responden
a una programación horaria determinada que requiere la dirección presencial de
un docente y que se desarrollan en grupo.
Incluyen, entre otras, las metodologías docentes siguientes:
- Clases magistrales/expositivas
- Clases de resolución de problemas
- Aprendizaje basado en problemas
- Aprendizaje cooperativo
- Ejemplificación y estudio de casos
- Prácticas de aula
- Prácticas de laboratorio o clínicas
- Seminarios
- Talleres
- Debates
- Exposición de trabajos en grupo
- Ejercicios de simulación
Actividades supervisadas: actividades de enseñanza-aprendizaje que,
aunque se pueden desarrollar de manera autónoma dentro o fuera del aula,
requieren la supervisión y seguimiento, más o menos puntual, de un docente.
Incluyen, entre otras, las metodologías docentes siguientes:
- Tutorías programadas
- Revisión de trabajos
- Revisión de actividades de la carpeta del estudiante
- Salidas de trabajo de campo
- Trabajo de fin de grado: tutorías de seguimiento
- Resolución de casos de forma interactiva
- Laboratorios abiertos
- Prácticas asistenciales
- Prácticum y prácticas externas
Actividades autónomas: son actividades en las que el estudiante se
organiza el tiempo y el esfuerzo de forma autónoma, ya sea individualmente o en
grupo.
Incluyen, entre otras, las metodologías docentes siguientes:
- Preparación de trabajos de curso
- Estudio personal
- Realización de actividades prácticas
- Búsqueda de bibliografía o documental
- Comentarios de texto
- Elaboración individual de un diario
- Elaboración de un tema del programa
- Realización de actividades de la carpeta del estudiante
- Campus virtual
Actividades de evaluación: las actividades de evaluación se llevarán a
término para valorar el grado de consecución de los objetivos y de las
competencias por parte del estudiante. Son actividades el resultado de las
cuales es susceptible de ser evaluado y cualificado, ya sea dentro de un
sistema de evaluación continuada, ya sea mediante pruebas formales al final de
un período. Este tipo de actividad, cuando no requiere un tiempo acotado para
la realización de pruebas concretas (exámenes, presentaciones, etc.), puede
superponerse con actividades autónomas (por ejemplo, trabajos de curso) o
supervisadas (por ejemplo, prácticas externas o trabajo de fin de grado).
Incluyen, entre otras, las metodologías docentes siguientes:
- Prueba/entrevista diagnóstica inicial
- Informe de progreso
- Pruebas, ejercicios y problemas de proceso
- Autoevaluación del estudiante (individual o en grupo)
- Valoración final de informes, trabajos, proyectos, etc. (individual o
en grupo)
- Pruebas finales escritas
- Memorias
- Trabajo de fin de grado/trabajos de curso
- Pruebas manipulativas
- Ensayos/dossiers
- Presentaciones orales
- Carpeta del estudiante
La evaluación tiene que ser coherente con el enfoque metodológico y se
pueden dar criterios de evaluación diferenciados según la tipología de
actividad. Las opciones son variadas. Cada actividad tendrá un peso específico
en la evaluación que se deberá considerar.
A la hora de definir los sistemas de evaluación, es necesario
reflexionar sobre:
1. El trabajo esperado de un estudiante en relación con el tiempo real
del que dispone.
2. La aportación que cada materia puede realizar al perfil global de la
titulación.
3. La incorporación de tutorías y otras actividades, el tratamiento de
las actividades semipresenciales y virtuales y la coordinación del profesorado.
Entre los aspectos que debe tener en cuenta el docente en el momento de diseñar
y desarrollar una evaluación integrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje,
destacan la necesidad de considerar los elementos siguientes:
a) Poner el énfasis en la reflexión en la acción antes, durante y
después de iniciar el proceso de aprendizaje.
b) Posibilitar tanto la evaluación de resultados como la evaluación de
los procesos.
c) Permitir que los estudiantes desarrollen su capacidad de evaluar sus
aprendizajes y los de sus compañeros.
d) Compartir tareas evaluativas entre docente y estudiantes.
e) Valorar los resultados y los procesos e indicar cómo mejorar el
aprendizaje.
f) Incorporar la autoevaluación y la evaluación entre iguales.
g) Explicitar y compartir con los estudiantes los criterios de
evaluación.
La asignatura, por lo tanto, se deberá preparar en función de los
estudiantes que la seguirán y no de los profesores que la impartirán.
Los créditos ECTS
Uno de los pilares básicos del EEES es el establecimiento de un sistema
de créditos para:
a) medir, en toda su dimensión, el trabajo real desarrollado por el
estudiante para superar cada una de las asignaturas.
b) hacer que el trabajo sea fácilmente reconocido cuanto a nivel,
calidad y formación en los diferentes estados europeos que lo adopten.
Los créditos ECTS (European Credit Transfer System ) se crearon a raíz
de los programas de intercambio, para facilitar el reconocimiento de los
estudios de los alumnos que participaban en ellos. El primer uso que se dio a
este sistema de créditos fue la confección de unas tablas de equivalencia entre
universidades para favorecer la movilidad de los estudiantes.
El EEES decidió apostar por ellos como el estándar en todas las
universidades para garantizar la armonización y la calidad de las titulaciones.
A diferencia de los créditos actuales que se basan en las horas lectivas, los
créditos ECTS se basan en el trabajo personal del estudiante, en todas las
actividades de su proceso de aprendizaje (horas lectivas, horas de estudio y
elaboración de trabajos y prácticas). La UAB ha establecido que un crédito ECTS
equivale a 25 horas de trabajo del estudiante.
Un curso académico equivale a 60 créditos ECTS, siempre que el
estudiante se pueda dedicar a él a tiempo completo.
Esta nueva forma de
cómputo implica una nueva cultura docente/discente y, en consecuencia, implica
un cambio esencial en relación con la situación actual, en el que el crédito se
utiliza más para medir la dedicación del profesor y la obligación académica del
alumno que no para medir el trabajo que supone para el alumno superar una determinada
asignatura.
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